Es gracioso que justo en la época de mi vida en que más disfruto de estar con mis hijas es cuando escucho a muchos amigos decir (o escribir) cosas como "cuando empiezan las clases, son las vacaciones de los padres" o "ahora a disfrutar, que los chicos van a estar en la escuela". Sin ir más lejos, una nueva publicidad televisiva de la tienda "Target" se hace eco de ese mito, que seguramente es realidad para otra pobre gente, pero que en mi caso es hasta ofensivo. Porque a medida que mis hijas fueron creciendo e independizándose más y más, es un verdadero placer compartir tiempo con ellas, sobre todo porque las veo semana de por medio, y porque ya voy sintiendo que el tiempo corre demasiado rápidamente y no quiero perderme nada. Estas vacaciones de verano fueron muy especiales, porque las llevé a lugares que yo disfruté mucho de chica con mis padres, y que ahora pude disfrutar junto con ellas, llenándonos de fotos, recuerdos y anécdotas inolvidables. El inicio de clases se sintió casi, casi como si se me hubieran acabado a mí las vacaciones: vacaciones de no tener horarios que cumplir con ellas, de dejarlas dormir hasta tarde, de no tener que verificar que tienen todo listo para el día siguiente, de programar sus clases de danza en mi agenda, de anticipar eventos escolares de todo tipo.
Ayer fue el primer día de clases en el distrito escolar en el que asisten a clases Vera y Matilda, y hoy la más chica (sí, la misma del rosario del Papa Francisco) no sólo fue en bici sola a la escuela por primera vez, sino que además se quedó sola en casa a la mañana (con despertador programado anoche y verificado tres veces por su madre), porque yo tenía una cita de trabajo muy temprano, e iba a tener que arreglarse sola (su hermana mayor salía para su escuela secundaria en bici prácticamente al mismo tiempo que yo en el coche para mi cita laboral).
Así que anoche hicimos toda la logística para que hoy por la mañana fuera un éxito: Matilda se hizo una lista de todas las cosas que tenía que hacer, y/o llevar a la escuela, la pegó en el espejo del baño para no olvidarse de verla, y yo le dije que la iba a llamar a las 7:55 (porque mi reunión empezaba a las 8:00) y que estuviera atenta al teléfono (de hecho, el primer ítem de su lista era "estar atenta al teléfono"). También le dije que por favor, si se acordaba, me enviara un mensaje de texto una vez que hubiera llegado a la escuela, así yo podía quedarme tranquila. Me dijo, con total honestidad y con un 100% de certeza, que muy probablemente se olvidaría de hacerlo.
Con lo cual, cuando terminó mi reunión en la loma del orto, y al no ver su mensaje de texto en mi teléfono, decidí que a la vuelta iba a pasar por su escuela, aunque sin intenciones de entrar y hacerle pasar el ridículo, sino para ver si su bici estaba en el patio del colegio. Muchas variables entraban en juego: hay dos lugares para dejar las bicis, y como ayer (que fuimos ambas en bici) la dejó en uno de los lugares, yo me jugaba a que iba a dejarla en el mismo lugar. Otra variable era que hubieran demasiadas bicis y no pudiera encontrar la de ella a simple vista (mi plan era pasar despacito con el coche, cual mafiosa y mirar por la ventanilla, sin estacionar o bajarme). No quise pensar en las otras variables, como se podrán imaginar.
Pero por supuesto, su bici estaba ahí, fácil de reconocer entre las pocas bicis enganchadas en el mismo portabicicletas de ayer, y raudamente pegué la vuelta y me dirigí a casa. La sonrisa en mi cara debió despistar a los conductores de los otros coches que se me cruzaban, y me saludaban a la vez con una sonrisa, como si me conocieran. Pero no sabían que en realidad me reía de mí misma, imaginándome cómo se van a burlar de mí mis hijas cuando les cuente lo que hice. También me reía al recordar que cuando Vera fue por primera vez sola en bici a la escuela, Miguel y yo la seguimos con el coche sin que se diera cuenta. Y sobre todo, me reía de la publicidad de Target, que sólo puedo clasificar, a esta altura, dentro del género de Ciencia Ficción.
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martes, 26 de agosto de 2014
miércoles, 6 de marzo de 2013
Clase de música
Son las ocho de la noche y tuve un largo día que aún todavía no termina. A duras penas pude sacarme el maquillaje, después de una jornada que incluyó un largo experimento de química a la mañana, e interpretación para una delegación de San Luis Potosí, México, por la tarde. Cuando salgo de la cárcel, llamo a casa para asegurarme de que Vera llegó viva en bici, después voy buscar a Matilda a la escuela, la llevo a danza (no sin antes pasar por Powell's para comprar golosinas, es como la visita al quiosco), después vuelvo a casa a hacer la comida para Vera (Mike ya comió y hoy se acuesta temprano porque empieza muy temprano mañana), y dedico unos minutos a contestar un par de mails. Enseguida llega la hora de ir a buscar a Mati a danza. Volvemos, le preparo la cena, como algo yo (con los cuatro o cinco cafés del día no me alcanza), y le digo por enésima vez que termine de hacer los deberes. Después, mientras me lavo la cara, me doy cuenta de que Mike ya va a estar dormido cuando yo me acueste, porque antes de irme a dormir todavía tengo que terminar el experimento de la mañana que quedó inconcluso, tengo que empezar (por lo menos) a ver una película que tengo que tener vista para mañana a las doce del mediodía, y tengo que leer un artículo. Se me va la poca energía que me queda de sólo pensar en todo esto. También (¡cómo olvidarlo!) tengo que hacer una llamada telefónica antes de que se haga demasiado tarde, relacionada con la reunión que tengo el viernes, para saber si me recibo en mayo, tal como estaba previsto, o si todo este esfuerzo es en vano. Y tengo que seguir juntando documentación para la dichosa reunión, y pensar en la logística de mañana a la noche, en que mis hijas tienen que estar a la misma hora en lugares diferentes para sus entrenamientos de fútbol...
Todo esto está en mi cabeza, compactado, enmarañado, mezclado como esos mejunjes de plastilina de colores que empiezan poco a poco a tomar un tinte verdoso amarronado, mientras salgo de mi pieza, después de sacarme el maquillaje y decirle buenas noches a Mike, para bajar a la cocina a empezar con lo de química antes de ver la película. Pero me detengo en lo alto de la escalera. Escucho una vocecita (es casi inaudible, pero yo la escucho) que viene del baño. Es Matilda, cantando en la ducha. Me acerco a la puerta, casi sin darme cuenta de lo que hago. Mi mente se opone, pero mi cuerpo no le hace caso y va solito, como quien sabe lo que hace.
Me quedo parada y escucho cómo canta. Y entonces ya no soy yo. Soy una rata que sigue, ciega, al flautista de Hamelín. Soy Ulises, embelesado por el sonido divino de las sirenas. Soy testigo involuntaria de este momento casi perfecto, cuando mi hija canta en la ducha sin saber que estoy escuchándola del otro lado de la puerta. Apoyo la cabeza y cierro los ojos. Me dejo llevar por ese hilito de voz que canta una canción que no conozco, en un idioma que, cuando yo tenía su edad, me era mitad desconocido. Una canción que se repite una y otra y otra vez, como un mantra. Como una promesa. Mis ojos no se abren, la canción no termina nunca. Pero, ¿es una canción o es un sueño? Momento mágico que borra con un golpe sonoro todo lo demás. El mejunje alborotado de problemas, cosas pendientes y quilombos varios desapareció para siempre, aunque sea por un rato, mientras escucho esta canción que me acuna.
No hay caso. Todos los días aprendo algo nuevo. Hoy, tuve clase de música y aprendí que, a veces, ganamos tiempo cuando no nos importa estar perdiéndolo.
Todo esto está en mi cabeza, compactado, enmarañado, mezclado como esos mejunjes de plastilina de colores que empiezan poco a poco a tomar un tinte verdoso amarronado, mientras salgo de mi pieza, después de sacarme el maquillaje y decirle buenas noches a Mike, para bajar a la cocina a empezar con lo de química antes de ver la película. Pero me detengo en lo alto de la escalera. Escucho una vocecita (es casi inaudible, pero yo la escucho) que viene del baño. Es Matilda, cantando en la ducha. Me acerco a la puerta, casi sin darme cuenta de lo que hago. Mi mente se opone, pero mi cuerpo no le hace caso y va solito, como quien sabe lo que hace.
Me quedo parada y escucho cómo canta. Y entonces ya no soy yo. Soy una rata que sigue, ciega, al flautista de Hamelín. Soy Ulises, embelesado por el sonido divino de las sirenas. Soy testigo involuntaria de este momento casi perfecto, cuando mi hija canta en la ducha sin saber que estoy escuchándola del otro lado de la puerta. Apoyo la cabeza y cierro los ojos. Me dejo llevar por ese hilito de voz que canta una canción que no conozco, en un idioma que, cuando yo tenía su edad, me era mitad desconocido. Una canción que se repite una y otra y otra vez, como un mantra. Como una promesa. Mis ojos no se abren, la canción no termina nunca. Pero, ¿es una canción o es un sueño? Momento mágico que borra con un golpe sonoro todo lo demás. El mejunje alborotado de problemas, cosas pendientes y quilombos varios desapareció para siempre, aunque sea por un rato, mientras escucho esta canción que me acuna.
No hay caso. Todos los días aprendo algo nuevo. Hoy, tuve clase de música y aprendí que, a veces, ganamos tiempo cuando no nos importa estar perdiéndolo.
martes, 29 de mayo de 2012
La fotógrafa que amaba y odiaba las fotos
La mejor y la peor parte de hacer orden es encontrar fotos viejas. Me encanta encontrar fotos de mis hijas cuando eran más chicas, y recordar en dónde estábamos cuando se sacaron esas fotos. Pero no me gusta encontrar fotos de mi ex marido, principalmente porque no sé qué hacer con algunas de ellas. Las fotos en las que aparece conmigo (que se cuentan con los dedos de una mano, y sobran dedos) son las más fáciles: van directo a la bolsa de la basura. Las fotos en las que está solo, con con sus amigos o con compañeros de la universidad no me resultan tan problemáticas tampoco; las pongo aparte para dárselas a él, o al basurero, según mis ganas. Pero las que me provocan conflicto son las fotos en las que aparecemos ambos con alguna de nuestras hijas, sobre todo aquellas fotos en las que aparecemos solamente con Matilda.
Siempre dije, tras separarme, que Matilda (la menor de mis hijas) nunca va a tener el recuerdo de haber visto a sus padres juntos y felices. A diferencia de Vera, que pudo ver, sin duda, a sus padres demostrándose cierto cariño, Matilda nació en una casa dividida. Y así vivió seis años, hasta que finalmente la división virtual se hizo tangible y se transformó en dos padres con dos casas y dos vidas circulando por carriles cada vez más separados.
Es por eso que, al encontrar fotos (que ni recordaba) en las que aparecemos los tres, con "cara de foto", se me hace el nudo en el estómago. Pero no tiene que ver con mis sentimientos actuales, que son muy claros y serenos. Mi vida tiene sentido nuevamente, al encararla en compañía de aquellos a quienes amo y respeto, y por los que me siento correspondida en igual medida. La duda cruel se me presenta en el momento de decidir qué hacer con estas fotos de una familia feliz que no era tal.
La mejor decisión a la que puedo llegar, si bien no es obvia, ni simple, es la única que me tranquiliza en cierta manera. Voy a guardar las fotos de la discordia en sobre cerrado, en la pieza de Matilda, para que algún día ella pueda verlas y decidir por si misma si lo que muestran es verdad o ficción. Pero a ella le pertenecen. Es algo que su padre y yo le debemos.
Siempre dije, tras separarme, que Matilda (la menor de mis hijas) nunca va a tener el recuerdo de haber visto a sus padres juntos y felices. A diferencia de Vera, que pudo ver, sin duda, a sus padres demostrándose cierto cariño, Matilda nació en una casa dividida. Y así vivió seis años, hasta que finalmente la división virtual se hizo tangible y se transformó en dos padres con dos casas y dos vidas circulando por carriles cada vez más separados.
Es por eso que, al encontrar fotos (que ni recordaba) en las que aparecemos los tres, con "cara de foto", se me hace el nudo en el estómago. Pero no tiene que ver con mis sentimientos actuales, que son muy claros y serenos. Mi vida tiene sentido nuevamente, al encararla en compañía de aquellos a quienes amo y respeto, y por los que me siento correspondida en igual medida. La duda cruel se me presenta en el momento de decidir qué hacer con estas fotos de una familia feliz que no era tal.
La mejor decisión a la que puedo llegar, si bien no es obvia, ni simple, es la única que me tranquiliza en cierta manera. Voy a guardar las fotos de la discordia en sobre cerrado, en la pieza de Matilda, para que algún día ella pueda verlas y decidir por si misma si lo que muestran es verdad o ficción. Pero a ella le pertenecen. Es algo que su padre y yo le debemos.
domingo, 2 de octubre de 2011
Bueno, alguna publicación en inglés tenía que haber
(July, 2009)
So my two bookshelves collapsed, and in the middle of the chaos of rubble, torn books and shattered glass, I found my old magnetic poetry set.
Totally ignoring the task of cleaning up this ridiculous mess, I sit down with the board on my lap, looking at what survived:
look above
snow here
when
color melts our
dream will have to
take off too
if time could always be
a sky petal
they sizzle and shiver
as rain falls
like fire
all I ask from you is to
remember
cry between morning and night
did we keep a dance
which or how
my only wedding is
with nature
party
every day
month season
summer
springing
child
and green and
never
dark
I know there was more. All gone now. But this last one, the penmanship of which is, unmistakably, Vera's:
mom thinks a
happy love
So my two bookshelves collapsed, and in the middle of the chaos of rubble, torn books and shattered glass, I found my old magnetic poetry set.
Totally ignoring the task of cleaning up this ridiculous mess, I sit down with the board on my lap, looking at what survived:
look above
snow here
when
color melts our
dream will have to
take off too
if time could always be
a sky petal
they sizzle and shiver
as rain falls
like fire
all I ask from you is to
remember
cry between morning and night
did we keep a dance
which or how
my only wedding is
with nature
party
every day
month season
summer
springing
child
and green and
never
dark
I know there was more. All gone now. But this last one, the penmanship of which is, unmistakably, Vera's:
mom thinks a
happy love
lunes, 23 de junio de 2008
Fue lindo mientras duró
Anoche, volvimos de un fin de semana de camping en las montañas. Fuimos al Upper Payette Lake, a unas 20 millas de McCall. Hacía quince años, más o menos, que no acampábamos. Y fue la primera vez para Matilda. Vera sigue con las Girl Scouts en Shoup, Idaho, y vuelve esta noche.
Más sobre el campamento, más tarde. Tengo que cumplir con mis obligaciones madrugadísticas en el gimnasio ((&/%#$#")!
Más sobre el campamento, más tarde. Tengo que cumplir con mis obligaciones madrugadísticas en el gimnasio ((&/%#$#")!
viernes, 29 de junio de 2007
¡Electro-Shock!
En mi ataque de desesperación por deshacerme de una vez por todas de los odiosos piojos que han dado en adorar la larga cabellera de mi hija mayor (Matilda se viene salvando porque es rubia), me encontré en la farmacia con mi viejo amigo de Buenos Aires, el "Robi-Comb". Se trata, para los que no lo conozcan, de un peine fino a pila, que... electrocuta a los piojos, para decirlo en criollo, vamos. Así que desembolsé los treinta dólares de rigor (pensando, "bueno, si no llega a servir, lo devuelvo y me devuelven la guita"), y emprendí la cruzada antipiojo.
Cuestión que SÍ sirvió. Parece que los bichos estos ya están inmunes a los químicos de las lociones anti-piojos, pero -en definitiva- son hijos del rigor. Shock eléctrico y ¡chau piojos! Seguimos, igual, lavando con la versión local de Nopucid (acá se llama Lice Guard) y así, por ahora, venimos invictos por una semana...
¿Continuará?
Cuestión que SÍ sirvió. Parece que los bichos estos ya están inmunes a los químicos de las lociones anti-piojos, pero -en definitiva- son hijos del rigor. Shock eléctrico y ¡chau piojos! Seguimos, igual, lavando con la versión local de Nopucid (acá se llama Lice Guard) y así, por ahora, venimos invictos por una semana...
¿Continuará?
domingo, 10 de junio de 2007
Verdes son los aliens
Matilda, por primera vez desde que tengo uso de razón, comió verdura y la disfrutó.
Yo vivía preocupada porque, a diferencia de Vera -quien podría tranquilamente subsistir a base de espinaca, arvejas, tomate y choclo sin inmutarse- Matilda odia cualquier cosa que sea verde y que no tenga leche o carne en su composición.
Pues hete aquí que ayer a la noche, la susodicha se manducó, no una, sino como diez flores de brócoli antes de que puedan decir "salamín con queso". Un placer, verla comerse "los arbolitos" (como Vera bautizó a las flores de brócoli, años ha).
Si Matilda come brócoli, todo es posible.
Yo vivía preocupada porque, a diferencia de Vera -quien podría tranquilamente subsistir a base de espinaca, arvejas, tomate y choclo sin inmutarse- Matilda odia cualquier cosa que sea verde y que no tenga leche o carne en su composición.
Pues hete aquí que ayer a la noche, la susodicha se manducó, no una, sino como diez flores de brócoli antes de que puedan decir "salamín con queso". Un placer, verla comerse "los arbolitos" (como Vera bautizó a las flores de brócoli, años ha).
Si Matilda come brócoli, todo es posible.
lunes, 4 de junio de 2007
Ápdeit
Hizo un calor de cagarse.
Le saqué piojos a Vera por quincuagesimoenesimononagesimocuarta vez. Vera está triste porque el jueves terminan las clases, y tiene tres larguísimos meses de vacaciones de verano.
Matilda puede escribir las letras M, D y V sin dificultad, y patea la número cinco demasiado bien para mi gusto de madre.
Y no hay mássssinforrrrmacionessssss paraésteboletínnnnnn.
Le saqué piojos a Vera por quincuagesimoenesimononagesimocuarta vez. Vera está triste porque el jueves terminan las clases, y tiene tres larguísimos meses de vacaciones de verano.
Matilda puede escribir las letras M, D y V sin dificultad, y patea la número cinco demasiado bien para mi gusto de madre.
Y no hay mássssinforrrrmacionessssss paraésteboletínnnnnn.
jueves, 10 de mayo de 2007
miércoles, 2 de mayo de 2007
Diálogo
Hoy al mediodía, Matilda y yo anduvimos de pic-nic, acompañando a Vera y a sus compañeritos de Segundo Cé (después de una excursión y antes de volver al colegio), en donde se produjo el siguiente diálogo entre Vera y su BFF (Best Friend Forever) Minji:
Minji (cuchicheándole a Vera en el oído): -Bsbsbsbsbsbs...
Vera (idem, a Minji): -Bsbsbsbsbs...
M: -But that's what Eythan told you, remember?
V: -Yes, but actually, it wasn't Eythan, it was Tyler.
M: -Yes, Tyler, Tyler.
V: -Tyler... Eythan... What-ev-rrrr.
Lo que nos espera dentro de unos años...
Minji (cuchicheándole a Vera en el oído): -Bsbsbsbsbsbs...
Vera (idem, a Minji): -Bsbsbsbsbs...
M: -But that's what Eythan told you, remember?
V: -Yes, but actually, it wasn't Eythan, it was Tyler.
M: -Yes, Tyler, Tyler.
V: -Tyler... Eythan... What-ev-rrrr.
Lo que nos espera dentro de unos años...
miércoles, 11 de abril de 2007
¡¡¡¡PIOJOS!!!!
Qué más quieren que les diga... Vera tiene piojos.
Sí, acá en EEUU también se consiguen.
Estoy considerando hacerle un Britney Spears.
Sí, acá en EEUU también se consiguen.
Estoy considerando hacerle un Britney Spears.
lunes, 2 de abril de 2007
La ley no es igual para todos (drama breve en dos actos)
Acto Número Uno: a Vera se le cae la tostada con la manteca del lado de arriba, dos veces a falta de una. Desafía las leyes de Murphy, las leyes de gravedad, y corolarios de todo tipo (referirse a esto que publiqué el 31 de marzo de 2007 para más datos). Nadie resulta lesionado en el accidente, Vera se come sus tostadas, y la vida sigue su curso.
Acto Número Dos: a mí se me cae al piso mi humilde platito de pasta recalentada al microondas. El plato cae apoyado del lado correcto, eso sí, pero me pasa ESTO:
(hacer click en la foto para ver el hermoso detalle de diseño "pasta salpicré" en piso & pared)
FIN
Acto Número Dos: a mí se me cae al piso mi humilde platito de pasta recalentada al microondas. El plato cae apoyado del lado correcto, eso sí, pero me pasa ESTO:
FIN
domingo, 1 de abril de 2007
Inocentes
El 1 de abril acá viene a ser como el 28 de diciembre en Argentina, pero en serio. Quiero decir: es el "April Fool's Day", día en que se practican todo tipo de bromas (bobas, terribles, inocentes, crueles) a todo tipo de gente (conocidos o desconocidos). No sé si en Argentina la tradición bromil del "Día de los Santos Inocentes" se asemeja siquiera a ciertas bromas pesadas que ocurren por estos pagos.
Google sigue la tradición todos los años. Miren, si no, esto.
PD: yo, para no ser menos, quise hacerle una broma a Vera y, con cara de absoluta seriedad y velorio, le dije "Vera, tengo que decirte algo. En realidad, Papá Noel EXISTE." La otra se me quedó mirando con cara de terror, hasta que me reí y le dije (como se dice acá), "April Fool's Day!" (con cantito y prolongando el "ay" de "Day"). Le agarró una risa nerviosa que no les cuento, y me tiró con las papafritas que estaba comiendo...
Google sigue la tradición todos los años. Miren, si no, esto.
PD: yo, para no ser menos, quise hacerle una broma a Vera y, con cara de absoluta seriedad y velorio, le dije "Vera, tengo que decirte algo. En realidad, Papá Noel EXISTE." La otra se me quedó mirando con cara de terror, hasta que me reí y le dije (como se dice acá), "April Fool's Day!" (con cantito y prolongando el "ay" de "Day"). Le agarró una risa nerviosa que no les cuento, y me tiró con las papafritas que estaba comiendo...
sábado, 31 de marzo de 2007
Enloquecieron las leyes de la física
Ya es la segunda vez, en menos de veinticuatro horas, que a Vera le pasa lo mismo: se le cae un pan al piso... con la manteca del lado de ARRIBA. Estamos todos locos.
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