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lunes, 5 de junio de 2017

Sueño de la madrugada del lunes 5 de junio de 2017

Natasha y yo habíamos ido a la casa de sus padres en Buenos Aires. Ella estaba de visita, para presentar su película “The eighteen” y hablamos durante un rato acerca de su vida en España e Inglaterra. Miró una pieza de cerámica hecha por xxxxxx y se rió internamente un poco. Era clarísimo que la pieza (un plato con irregularidades y algo insulso) le provocaba desdén.

En un momento, Natasha salió y me quedé sola junto a una biblioteca imponente. Tomé un libro al azar y parecía ser de Borges (después resultó ser de la colección “Jorge Luis Borges - Biblioteca Personal”. Eran obras seleccionadas por el autor). Me di cuenta de que no eran libros de Borges porque uno de ellos contenía “Continuidad de los parques” que bien se sabe que es de Julio Cortázar (si bien el libro exhibía el título “Ficciones” en el lomo). Me conmovió pensar que Borges no sólo leía a Cortázar sino que lo había incluido en esa colección que seleccionó y curó para su venta. No recuerdo cuál era el otro libro, así que diremos que era de Joseph Conrad, que es perfectamente posible. Los libros eran pequeños y finos, y las tapas eran de un azul turquesa brillante y cuando desperté, entendí que serían parte de una edición especial (tal vez autografiada por JLB o de alguna manera única).

Escribí unos versos (que creí excelentes, o que me llevarían a algo excelente) en la primera página de cada uno de los tomos. Yo seguía sola en la habitación y para entonces escuchaba las voces de Natasha y de otras personas que habían regresado al departamento y seguramente vendrían pronto a donde yo me encontraba (a esa altura, podría esgrimir que me había quedado dormida y por eso no salía, pese a que las voces se oían claramente a través de la puerta, aunque no se podían discernir las palabras que pronunciaban. Natasha hablaba con un hombre joven).

Me encontraba ante la duda de devolver los libros a su estante original (cosa que inicialmente hice) o llevármelos. Finalmente los retiré otra vez y los puse dentro de un sobre Manila que tenía en el piso, con negativos, papeles y las llaves de mi auto, sabiendo que los estaba robando, pero que si hay una sola cosa digna de robar en este mundo, precisamente, se trata de libros.

Pensé, antes de despertar, que viviría obsesionada por la culpa de habérmelos llevado. El mayor castigo, sin embargo, llegó con la vigilia. No recuerdo ni una palabra de los versos que escribí en esos libros robados.

domingo, 3 de enero de 2016

"... y de piedras imanes que enloquecen la brújula..."

todavía reverberan en mi cuerpo y en esos escasos milímetros que rodean mi cuerpo
los abrazos el calor las horas de la madrugada las carcajadas colectivas
el olor de tantas cosas que sigue intacto y esperando que abra la cajita que lo contiene
para sentirlo una vez más

me llevo conmigo todo eso
más la hora mágica entre Moreno y Alsina y la frustración por lo imposible
las ganas de quedarme y olvidar el mundo después de 2002 y antes de 2015
y la certeza de que a vos voy a volver algún día para entregarme
y aceptarte así como sos como siempre fuiste
como siempre voy a quererte

qué perdida estaba que no entendía que te tenía
y ahora que lo sé
tiene sentido posponer un poquito más lo inevitable