Me pasa
algo terrible y es que me gustás. Me gustás y mucho y quisiera que no fuera así,
porque me gustás y estás lejos, y yo acá, en el país en el que todo es fácil,
excepto extrañarte a vos y a todo lo que te rodea. ¿Y acaso tengo derecho a extrañarte? Ni siquiera sé si te conozco ya. Llevo en el bolsillo unas fotos electrónicas que te robé y las miro para tratar de convencerme de que no, pero no puedo, porque cada vez que miro una foto tuya vuelvo a entender que me gustás.
Me gustás
y no sé si te gusto, pero igual me gustás, ¿qué importa? Me gustás con tus ojos que ven todo y me dicen muchas cosas, y yo creo que me dicen más de lo que seguramente me dicen, o me imagino que me lo dicen, de todos modos. Me gustás,
con tu boca que cuenta todo lo que de repente quiero oír, pero que no dice que te gusto como
vos me gustás a mí. Trato de recordar tus palabras una y otra vez, para convencerme
de que dijiste algo que lo pone en evidencia, que deja clarísimo que te gusto tanto como vos me gustás a mí.
Me gustás
con tu pasado que comparto y a la vez desconozco, esta cosa de haber tenido
tanta familiaridad y sin embargo ser dos perfectos extraños, dos mundos
paralelos a los que quiero encontrarles la vuelta para que se toquen al menos,
para que se sientan mutuamente, aunque sea por un segundo.
Sí, me
gustás. No sé cómo no me di cuenta antes, pero me gustás, y me gustás horrores.
Y no sé qué hacer con esto, no sé a quién decírselo, o no decírselo, o decírselo
en clave, para que no me dé vergüenza, como si fuera otra vez una nena
chiquita y asustada, lejos de casa.
Me pasa algo terrible y es que me gustás, Buenos Aires. Me gustás demasiado, y no quiero que resulte un amor imposible.
Me pasa algo terrible y es que me gustás, Buenos Aires. Me gustás demasiado, y no quiero que resulte un amor imposible.
2 comentarios:
Me emocioné. Mucho.
Qué lindo, Diana! Me encantó!
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