martes, 4 de octubre de 2011

Sin derecho a réplica

-¿Cómo hostias te manda una un mensaje o te deja un comentario en el blog?- me pregunta Henar.

-Con un acto de fe- le respondo.

Como ya lo comenté en ocasiones varias (remitirse a esta publicación, y a esta, por ejemplo), tengo deshabilitada la opción para que mis lectores (qué optimista que soy, pienso en plural) dejen comentarios.

Algunos dirán que mi escritura se trata de mirarme mi propio ombligo. Y tienen razón. Con lo cual, no quiero decir que se queden callados la boca, mi querido público lector, sino que se sientan con total libertad de enviarme sus comentarios a mi casilla de correo en yahoo o gmail (mi nombre y apellido todo junto, pero con una sola "a" en el medio, arroba yahoo o arroba gmail, la que se les cante el moño).

Por otra parte, me encantaría que alguno de estos textos con ínfulas injustificadas de premio Pulitzer les genere ganas de escribir algo, o de decir algo en respuesta. Me sentiría muy orgullosa de ser la responsable de que inicien su propio cuaderno virtual.