jueves, 13 de octubre de 2011

Condición sine qua non

La defensoría federal del estado de Oregon se comunicó conmigo para ayudar a uno de sus abogados en una visita a un centro correccional que queda muy cerca del límite con Idaho, con lo cual les conviene pagarme mi viaje en coche, de hora y media, desde Boise, en lugar de llamar a algún intérprete de Oregon (que seguramente estará más lejos que yo de Ontario, la ciudad en cuestión).

Me dirijo al sitio web del centro correccional para buscar la dirección, y curioseo la página en la que dictan las reglas para los visitantes. Me llama la atención, bajo el título "Protocolo en la sala de visitas", la sección de ropa. Además de las reglas obvias, como la prohibición de usar minifaldas, o escotes pronunciados, o indumentaria que pueda asociarse con cuestiones culturales controvertidas (pandillas, camuflaje, frases ofensivas), hay una regla que dice "los visitantes tienen que usar ropa interior".

Ahora, yo me pregunto: ¿cómo saben que todos están cumpliendo con esa regla? ¿Elegirán visitas al azar y las obligarán a desnudarse, para constatar que cumplan con la obligación? ¿Tienen cámaras con visión de rayos X instaladas en las salas de visita? ¿Utilizan oficiales caninos (léase: perros) entrenados para detectar bombachas y calzoncillos?

Por las dudas, tengo toda mi ropa interior limpita y puedo elegir tranquila. No sea cuestión que me ocurra lo que siempre me ocurre en mis visitas a los correccionales y cárceles: el famoso "no tengo qué ponerme".

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